La mitad o incluso más de los coches que acuden a los Trescauto son de motor diésel, un tipo de coche que tiene sus ventajas en cuanto a coste y consumo de combustible se refiere, así como de mantenimiento, pero que puede también sufrir averías que resultan mucho más costosas que si se tratasen de gasolina, porque tiene un sistema más complejo y con más componentes, entre otras razones.
De las averías más frecuentes que sufren los vehículos diésel vamos a hablar hoy en este blog, comenzando por los fallos en el turbo. Debido a que el ciclo de combustión genera residuos en forma de carbonilla, esta puede acabar rompiendo los alabes de la turbina, con un coste elevado de reparación, mucho mayor que si se atasca la geometría variable, para lo que se necesita una descarbonización y es una reparación más asequible.
Otro de los elementos de los vehículos diésel que sufre averías es el filtro antipartículas (FAP), que también puede colapsarse por el hollín y que no tiene reparación posible, por lo que la única opción es cambiarlo por completo. Y como también es habitual en este tipo de coches que reparamos en Trescauto, que se averíe la válvula de recirculación de gases de escape (EGR) puede dejarla sellada a consecuencia de la acumulación de carbonilla.
Como vemos, gran parte de los problemas se deben al ciclo de combustión que genera residuos, que por otra parte se pueden limpiar si se llevan a cabo revoluciones de motor, siempre con el mismo caliente, acelerando a fondo en las incorporaciones de autovías o autopistas para expulsar los sedimentos de la carbonilla por el escape.